Por un lado era un descanso saber que no tendríamos que lidiar con las bicis físicamente, y que estarían esperándonos en el aeropuerto de Narita. Por otro lado, había que desmontarlas con cierta urgencia, encontrar cajas, plástico burbuja, empacarlas, sellarlas... todo lo que juramos nunca volver a hacer tras descubrir la comodidad de empacar las bicis en bolsas para volar! Además, luego aun tendríamos dos o tres días en Japón... pero sin bicicletas, y con equipaje! Equipaje sin ruedas!
Aun así era la mejor opción. Ya solo quedaría decidir si nosotros volveríamos a Tokyo en tren o en bus y disfrutar de lo que quedaba de Takatsuki y Osaka.
Nos despedimos de las bicis dando un último paseo por Takatsuki, comiendo por ahí y paseando por un parque. Todo esto mientras parábamos en cada tienda de bicis a preguntar si tenían cajas de bici que pudieran donar a la causa. Algo que también juramos nunca más repetir.
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Al caer la noche, ya teníamos cajas, gracias de nuevo a la enorme ayuda de nuestros Warm Showers Dan y Chris (thanks so much, guys!). Comenzamos a desarmar las bicis, había que desmantelarlas bastante para que entraran en sus cajas: ambas ruedas, guardabarros, pedales, manillar, cables eléctricos... todo había de quedar compacto, atado y protegido. Siempre hay un pedal que no sale, siempre! Y no es por aquello de que uno de los pedales siempre tiene la rosca en sentido contrario, eso ya se sabe! Pero igualmente, siempre me encuentro con un pedal atascado que se niega a dejar la biela. Y esta vez fue de mi bici. La de Ester quedó bastante reducida con facilidad.
Para relajarnos y despedirnos, esa noche cocinamos nosotros para nuestros anfitriones que confesaron ser fans de la comida mexicana. Siendo Japón un país de pescado fresco, decidimos preparar Pescado a la Veracruzana y arroz blanco estilo mexicano. Todos los ingredientes fueron fáciles de encontrar y el bacalao fresco estaba estupendo! La cena fue un éxito!
Terminamos de empacar nuestras ahora inútiles y estorbosas alforjas, tan incómodas de cargar a mano. En total 6 bultos que sumaban quizás 30 kilos entre todos, pero que fueron bastante incómodos de cargar hasta el tren. En cuestión de minutos estábamos ya llegando a Osaka.
Nos despedimos de nuestro Warm Shower y amigo, Daniel, que seguiría en el metro de Osaka para visitar a un amigo. Arrastramos las alforjas y mochilas hasta nuestro hotel e hicimos el check in. Nos quedaban unas 60 horas en Japón...