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Blog personal de Ester y Joel sobre su travesía en bici por Japón durante Septiembre 2015

lunes, 12 de octubre de 2015

Adiós bicicletas (o cómo enviar tu bicicleta al aeropuerto por mensajería)

Aun en Takatsuki, entre Kyoto y Osaka, y ayudados por nuestros anfitriones, descubrimos que la manera más conveniente para enviar nuestras bicicletas a Tokyo sería por mensajería; el propio aeropuerto de Narita cuenta con un par de servicios de mensajería que se especializan en transportar equipaje desde cualquier parte de Japón directamente hasta el aeropuerto, en un par de días. Solo tendríamos que empacarlas en cajas de cartón, y un mensajero pasaría por ellas a la mañana siguiente. Todo por 4000 Yenes por bici, unos 60 euros en total!. El servicio no es exclusivo para bicis, de hecho es en principio para equipaje y maletas corrientes y el precio varía en función del tamaño (más info)

Por un lado era un descanso saber que no tendríamos que lidiar con las bicis físicamente, y que estarían esperándonos en el aeropuerto de Narita. Por otro lado, había que desmontarlas con cierta urgencia, encontrar cajas, plástico burbuja, empacarlas, sellarlas... todo lo que juramos nunca volver a hacer tras descubrir la comodidad de empacar las bicis en bolsas para volar! Además, luego aun tendríamos dos o tres días en Japón... pero sin bicicletas, y con equipaje! Equipaje sin ruedas!

Aun así era la mejor opción. Ya solo quedaría decidir si nosotros volveríamos a Tokyo en tren o en bus y disfrutar de lo que quedaba de Takatsuki y Osaka.

Nos despedimos de las bicis dando un último paseo por Takatsuki, comiendo por ahí y paseando por un parque. Todo esto mientras parábamos en cada tienda de bicis a preguntar si tenían cajas de bici que pudieran donar a la causa. Algo que también juramos nunca más repetir.



mini calles




Al caer la noche, ya teníamos cajas, gracias de nuevo a la enorme ayuda de nuestros Warm Showers Dan y Chris (thanks so much, guys!). Comenzamos a desarmar las bicis, había que desmantelarlas bastante para que entraran en sus cajas: ambas ruedas, guardabarros, pedales, manillar, cables eléctricos... todo había de quedar compacto, atado y protegido. Siempre hay un pedal que no sale, siempre! Y no es por aquello de que uno de los pedales siempre tiene la rosca en sentido contrario, eso ya se sabe! Pero igualmente, siempre me encuentro con un pedal atascado que se niega a dejar la biela. Y esta vez fue de mi bici. La de Ester quedó bastante reducida con facilidad.

Para relajarnos y despedirnos, esa noche cocinamos nosotros para nuestros anfitriones que confesaron ser fans de la comida mexicana. Siendo Japón un país de pescado fresco, decidimos preparar Pescado a la Veracruzana y arroz blanco estilo mexicano. Todos los ingredientes fueron fáciles de encontrar y el bacalao fresco estaba estupendo! La cena fue un éxito!

A la mañana siguiente terminamos de empacar. Nunca pude sacar el pedal atascado, pero logré empacar la rueda con él en medio. Aprovechamos las cajas para deshacernos de algo de ropa sucia que sirviera también para proteger las bicis. Cascos y sleeping bags en las cajas también. La idea era que tal cual como viajarían por mensajería, irían luego a la carga del avión; y ya que tanto aerolínea como mensajería cobran "por bici", o mas bien "por caja", pues que cunda! Quedaron dos cajas de buen tamaño, suficientemente ligeras para levantarlas uno solo. Al poco rato llegó el mensajero, llenó las formas y cargó las dos cajas en su mini camión. Y así en un momento, con un par de firmas, terminó casi un mes de aventura en bicicleta.





Terminamos de empacar nuestras ahora inútiles y estorbosas alforjas, tan incómodas de cargar a mano. En total 6 bultos que sumaban quizás 30 kilos entre todos, pero que fueron bastante incómodos de cargar hasta el tren. En cuestión de minutos estábamos ya llegando a Osaka.

Nos despedimos de nuestro Warm Shower y amigo, Daniel, que seguiría en el metro de Osaka para visitar a un amigo. Arrastramos las alforjas y mochilas hasta nuestro hotel e hicimos el check in. Nos quedaban unas 60 horas en Japón...

jueves, 8 de octubre de 2015

Kyoto SIN bici y amigos de Takatsuki

Torrii a la entrada de Fushimi Inari Taisha, Kyoto

Llegamos a Takatsuki, pequeña ciudad entre Kyoto y Osaka, ya de noche. Nuestros anfitriones de Warm Showers nos esperaban desde hacía un par de horas, pero igualmente nos recibieron con los brazos abiertos y las mejores palabras con las que se puede recibir a un ciclista vagabundo después de un día de pedaleo, turisteo y un par de noches durmiendo por ahí: "queréis daros una ducha mientras acabo de preparar la cena?".

Daniel de Reino Unido y Christine de California, una encantadora pareja que conocimos a través de Warm Showers, nos recibieron en su casa por las siguientes 3 noches. Dan hizo su propio viaje en bicicleta a través de Japón hace unos años, y a la fecha está convenciendo a Christine de hacer el próximo juntos, o bien por Korea o por Europa. Llevan viviendo en japón 4 y 9 años respectivamente, y enseñan inglés en distintos grupos escolares. La convivencia con ellos fue estupenda desde el primer momento.



Nuestro plan para Takatsuki, y no es que no hubiera cosas que ver ahí, era tenerlo como campamento base para hacer excursiones en bici de vuelta a Kyoto e incluso a Osaka. Una pequeña parte de mi quería volver hasta Nara. Como quiera que fuera, se comenzaba a ver el final del viaje, y aun no sabíamos como volveríamos a Tokyo, ni cómo llevaríamos las bicicletas.

En el plan original, la ruta acababa en Tokushima, desde donde viajaríamos en Ferry con todo y bicis durante 19 horas a Tokyo. También contemplamos la posibilidad de no llegar a Tokushima, pero no estábamos preparados para lidiar con trenes o autobuses, que ponen muchas restricciones a las bicis a bordo. Todo lo accesibles que son hacia las bicicletas en las calles y ciudades, son todo lo contrario para subirlas a transporte público. Para subir la bici al tren, por ejemplo, es necesario desarmarla, por lo menos quitarle las ruedas y pedales, y meterla en una bolsa. Es imperativo que no ensucie y que no moleste a los otros pasajeros: no hay 'vagón para bicis'. Era el último recurso, pero queríamos evitar a toda costa tener que viajar en tren, con las bicis desarmadas y empacadas, más 4 alforjas y dos mochilas, cambiando de trenes y corriendo entre andenes. Los autobuses, nos habían dicho que variaba mucho entre compañías y destinos. Y a todo esto, había que añadir el factor "ikura des ka?", o sea "cuánto cuesta?". Daniel y Christine fueron de extrema ayuda para resolver estos problemas logísticos.

De vuelta en Takatsuki llovía. Había otro tifón en algún lugar al sur de Japón. Recordamos lo terrible que fue tratar de turistear en bici bajo la intensa lluvia, como en Ise. Aquél día había acabado bien, porque en media hora estábamos de vuelta a la guest house con ducha caliente. Pero en este caso, ir a Kyoto bajo la lluvia involucraba pedalear bajo ella por dos horas de ida y dos de vuelta, más lo que hiciéramos en Kyoto a pie. Decidimos con dolor, dejar las bicis y viajar en tren como los mortales.

Las dos horas que hicimos el día anterior en bici, se hicieron en 15 minutos en tren. Considerablemente menos mojados, pero no de mejor humor, hicimos un cambio de trenes más antes de emerger en Inari, para visitar el famoso Fushimi Inari Taisha: Un enorme parque / santuraio donde miles de Toris rojas se forman a través de un largo camino que sube a la montaña, recorriendo varios templos a distintas deidades en una peregrinación de un par de horas que solo puede hacerse a pie.






























 El recorrido es fantástico, incluso bajo la lluvia que le añade misticísmo y niebla. Vale la pena hacer todo el recorrido de 4 Km por el bosque, subiendo escaleras empinadas entre un sinfín de Toriis naranjas.
 



 



Al terminar, degustamos snacks locales y bocadillos de arroz. Volvimos a coger el tren, como vulgares guiris peatones, y nos dirigimos al Kyomizu Dera, un antiguo templo de madera, de hecho la construcción de madera mas antigua del mundo que se conserva de pie!!
















 









Algunas partes estaban en restauración, pero lo que se podía ver y las vistas que había eran fantásticas.

Al salir del templo caminamos por las callejuelas típicas y en un momento y sin querer, estábamos de nuevo en Gion. Tomamos una última cerveza en un bar muy guapo, pero con un dueño algo antipático, y buscamos el tren de vuelta a Takatsuki.



hoy amortizamos el selfie stick!


bar guapo, dueño antipático


De vuelta con nuestros anfitriones, habíamos quedado para cenar en un restaurante de Yakitoris: brochetas / pinchos! Nos dimos un atracón de pollo, zetas, cerdo, queso, verduras, arroz asado, y sendas cervezas. Daniel y Christine hablan buen japonés y saben perfectamente lo que hay que ordenar. Todo estaba delicioso. Volvimos a su casa a concluir la velada charlando y tomando la última chela y el postre.


(No dejen de visitar el blog sobre el viaje de Daniel: Travels with Chari. Hizo una envidiable vuelta por Japón! Está en inglés.)