Subimos tímidamente las escaleras para desayunar algo en la cocina y nos encontramos con Akemi, la pareja de Richard. Una joven japonesa simpática y extra amable. Nos presentamos, nos preparó café, desayunamos y hablamos un poco. Le contamos nuestro plan de viaje y las pericias que tuvimos que hacer para llegar hasta su casa sin un pedal. Nos ayudó a dar con la tienda taller de bicis más cercana.
La misión del sábado era reparar mi bici, para así poder turistear sobre ruedas por la ciudad, y claro, continuar nuestro viaje un par de días después.
Caminamos rodando las bicis de un taller a otro, recorriendo las calles de Shinagawa. Dimos con un taller, donde un viejecito nos recibió con un perfecto "Good Morning, how can I help you?". Desafortunadamente no tenía bielas de repuesto y nos mandó al otro lado del barrio para encontrar una tienda que según él tendrían la refacción. Y así fue.
El camino a pie hasta ahí fue largo, pero estábamos encantados con cada pequeño detalle de las calles, la gente, los restaurantes, trenes, las colegialas típicas, y además el clima era estupendo; húmedo, caliente, pero nada de lluvia.
Ya con biela y pedales nuevos, volvimos a ser ágiles y veloces. Cruzamos las calles y las aceras (es perfectamente legal y común que bicicletas y peatones convivan sin quejas en las pequeñas aceras, al igual que la calle) y sin querer dimos con una zona muy viva, en la calle Ginza (que no el barrio Ginza!).
En una concurrida calle llena de restaurantes y tiendas, probamos unas brochetas Kushimono, de Tzukune (pollo y cebolla), para no morir de hambre, pero al poco rato encontramos un restaurante de Ramen (los típicos fideos en caldo con verduras y carne). El lugar era genial! Como de película de Miyasaki: En un segundo piso al que se accedía por unas pequeñas escaleras de madera, un local de no más de 40m2, había una barra larga también de madera que dividía la cocina de los comensales. Se paga por adelantado, en una máquina automática con botones luminosos que ponen los platillos y bebidas, obviamente, todo en japonés! Batallé un poco con el 'Google Translate' y logré identificar el botón de "Cerveza Grande", pero para lo demás la cocinera tuvo que venir en nuestro auxilio. Una vez seleccionado y pagado, la máquina te da unos tickets que cambias directamente en la barra por tus alimentos y bebidas. Mientras esperas por ello, puedes leer algún comic del librero, o como hicimos nosotros, tomar fotos a los cocineros en el desempeño de su labor. La comida exquisita! Ester aun se flagela recordando que no tomó foto a su primer plato de ramen. Estoy seguro que habrá muchos más, ya que es muy rico y barato.
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Después de comer, pedaleamos hacia el norte, buscando el parque Yoyogi. Para llegar cruzamos todo tipo de calles nuevamente: callejuelas típicas, grandes avenidas, zonas tipo Polanco con comercios extranjeros y coches de lujo por las calles. A medio camino paramos por un Seven Eleven para hacer uso del "toyre". Nunca antes me habían prestado el baño de un 7/11, ni en México, ni en EEUU, pero estoy seguro de que no son ni la mitad de limpios que éste; estaba más limpio que el de mi casa, además de contar con el sofisticado sistema tan famoso de los escusados japoneses, con su asiento calentito y chorritos de agua a discreción. Ya hablaremos más del asunto...
El Parque Yoyogi muy bonito, con mucho ambiente, músicos practicando: varios saxofones, algún baterista y la ya tradicional plaga internacional de hippies tocando el Yembé, en su versión Nipona (menos hippie).
De ahí continuamos pedaleando hacia el Este para ver la Tokyo Tower. Una torre gemela a la Torre Eiffel, pero pintada de rojo. Increíble, enorme e imponente. Las fotos no le hacen justicia!
Volvimos a casa de Richard y familia y ya eran como las 10. Las distancias en el mapa de Tokyo se ven más cortas de lo que son. Al final del día llevábamos 30km en bici, sin contar los 7 que hicimos a pie.
Me gusta mucho el "diario" de todo lo que os pasa durante el dia. Estamos viviendo vuestra aventura desde aquí, y cada dia cuando viene Pere de trabajar le enseño vuestra cronica escrita diaria, y es un buen motivo de conversación para un buen rato. Me encanta. ´Mucho ánimo y adelante. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Mati! Es un gusto saber que nos leeis. Estos días hemos tenido mucho tiempo para escribir y actualizar, por el clima. Espero podamos seguir dando noticias amenudo cuando estemos fuera de Tokyo. Saludos a Pere, besos y abrazos a ambos!
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